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jueves, 19 de agosto de 2010

Temporalidad y Cotidianidad.



Por: Laura Martínez Domínguez.

Desde que la marmota fue arrojada en el diván anaranjado, han pasado ya algunos instantes, tan cotidianos que a ratos son intemporales y en otros tan sumidos en la temporalidad que duelen.

El gato juega con el último instante que se escurrió por el tiempo que marcó el reloj, mientras la araña se balancea en el numero 10. La mujer, despierta como cada mañana, como cada día que nos condena a la cotidianidad.

En la mesa de la cocina está Whitehead, y le dice que la relación ordenadora del tiempo y los instantes son conocidos por nosotros en nuestra aprehensión del tiempo, lo cierto es que ella ni si quiera había visto la hora, pese a eso, le ofrece pan tostado; el gato quiere unirse a la idea del desayuno por lo que la mujer trae una caja con instrucciones en donde Descartes dice: Cogito ergo sum: concebido en todo instante, la mujer abre el empaque, después naturalezas simples: comprendidas en un instante, las espolvorea sobre el tazón; el gato gusta de la filosofía en cajas.

Tras el desayuno decide tomar una ducha, pero a pesar de que aun esta en pijamas, Louis Lavelle toca a la puerta, se instala en el sillón, que no es el diván, y describe seriamente al instante como el estar o permanecer de los cuerpos o de las apariencias; la araña espera que él no quiera permanecer en esta casa, el número 10 es más aburrido que el nueve, por lo que decide saltar a él, pero en un instante el reloj mueve la manecilla grande y la hace caer en el número 6.

La mujer se ducha mientras Luis Abad Carretero grita por la ventana que la filosofía del instante se plantea el problema de la vida, de cómo el hombre hace frente a las situaciones vitales… la mujer se viste pensando en eso ¿Cuáles son las situaciones vitales? ¿Serán acaso el tener que seguir rigurosamente una agenda? ¿Saber que es exactamente lo que estas haciendo en esta vida? No lo sabe. Debe revisar su agenda y saber que debe hacer hoy.

Mientras tanto, Amadeo Silva Tarouca irrumpe con momentos e instantes dependientes, explicando que los momentos son mesurables, en tanto que en los instantes se llevan a cabo las vivencias de la realidad. ¿Cuál realidad? Ninguna dice Locke el instante es concebido como una idea, en la cual no percibimos la sucesión. La mujer los olvida, escucha al gato jugando con algo o alguien.

Efectivamente, el gato confabulado con el reloj, molestan a Hegel quien insistentemente dice que un instante es un aquí y un ahora, el gato lo hace moverse de su sitio y el reloj marca otro instante… Hegel los mira y piensa que son demasiado ingenuos como para entender que el tiempo permanece a pesar del movimiento.

La mujer los observa, se dice que si no se apresura, el tiempo que nunca se mueve la va a hacer llegar tarde… Heidegger llega y le dice que no se preocupe que un instante corresponde a los dos modos básicos: auténtico que es un auténtico presente e inauténtico que termina por ser el mero pasar sin hacerse nada presente… la mujer no sabe en que pueda ayudarle semejante aclaración para evitar llegar tarde.

La mujer termina de arreglarse, consulta por última vez el reloj aletargado, y observa al gato jugando con los instantes intemporales. Cuando cierra la puerta, escucha que algo cae sobre su diván, y sabe que todo volverá a comenzar.


Este Sábado 21 de agosto en punto de las 6:00 PM en el Cairo Café ubicado en División del Norte # 504-c tendremos una tarde de FiloCafé en donde el tema será La temporalidad y la Cotidianidad. Los esperamos.