lunes, 19 de abril de 2010

La Risa



Por: Laura Martínez Domínguez

A Daniela Domínguez.

Conozco a la persona coleccionista de los peores chistes del mundo, la que acumula las carcajadas que estos le producen, la misma que nos contagia a todos de su risa franca y espontánea, de su diversión sin límites y de su capacidad para reírse incluso de si misma.

La conozco desde siempre, apareció cunado mi edad era minúscula, cuando mis años no alcanzaban si no un número pequeño e insignificante, pero ha sido la compañera de risas y carcajadas, de juegos y aventuras… me pregunto si habrá leído a Sigmund Freud y a su idea de que a través de la risa se liberan energías negativas… tendré que preguntarle.

La ciencia afirma que cuando reímos, el cerebro emite una información necesaria para activar la segregación de endorfinas, específicamente las encefalinas, son datos que no se toman en cuenta cuando se persigue a un auto sin sentido alguno, o se inventan chistes tan locales que son eternamente graciosos.

Quizá la ciencia tiene razón, porque ésta coleccionista de malos chistes y de maravillosas anécdotas me ha mantenido saludable, logra que los peores momentos se relajen con carcajadas, que mis ojos se mantengan lubricados a costa de las lágrimas, oxigenados mis pulmones ya que reciben doble dosis de aire y ejercitados los 400 músculos que se ponen en marcha cada vez que me hace reír con una nueva de sus ocurrencias.

Conozco a la mujer que llena mi vida de felicidad, de carcajadas, de anécdotas y que hace que a pesar de los años que transcurren siempre me da la certeza de que reír es saludable.