miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Destino



Por: Laura Martínez Domínguez.

Mientras le rascaban el estómago, el gato decidió que en definitiva estaba destinado a ello. La mujer mientras tanto, escucha el término latino fatum y un ser alado aparece en su ventana, el mismo que hace algún tiempo irrumpía en sus sueños con frenesí, pero que ahora por una causa desconocida ha desaparecido dejando solo un halo de recuerdo.

A la araña el destino no le interesa, la razón es su falta de resignación a vivir atrapada en un reloj, el cual, sabe que su destino es marcar horas, minutos, segundos, aunque en ocasiones marca siglos, escapando así del terrible deber que se convierte en rutina; los estoicos aparecen y le dicen que la libertad es el modo como cada uno actúa respecto al destino, el reloj se suspende, una melodía se oye a lo lejos y la mujer recuerda los repentinos encuentros con el pasado.

Spengler entra por la puerta de la cocina discutiendo con Sheler, el primero afirma que el destino es un símbolo que se refiere al universo-historia cuya comprensión es intuitiva, en tanto el segundo le dice gravemente mientras abre la puerta del refrigerador, que lo peculiar del destino lo constituye que al contemplar el panorama de una vida entera o de una larga serie de acontecimientos, sentimos la vida como absolutamente contingente en cada caso particular, pero cuya conexión, por muy imperceptible que haya sido el acontecimiento de cada uno de sus miembros, refleja precisamente eso que creemos que constituye el núcleo de la persona en cuestión.

La mujer los encuentra sentados en la mesa de la cocina, discutiendo y degustando de las sobras del estofado de la semana anterior; y hay algo en sus palabras que la hacen detenerse y pensar por un segundo, que quizá el destino si tiene algo que ver en nuestras vidas, que quizá existen conexiones meramente cósmicas que nos hacen relacionarnos con personas, cosas, sucesos, horas y días cruciales para que la vida pueda seguir existiendo.

Entra el gato a la cocina y espera que le sirvan un poco de determinismo en su tazón, lo cierto es que las reservas de felicidad aristotélica están por desaparecer y es mejor estar preparados para tiempos peores. El reloj marca un minuto destinado a morir para que el siguiente pueda existir, la araña se ha atrincherado en el número 8, el del infinito, y no piensa salir de él hasta que dejen de hablar del destino, de la fatalidad y del hecho de que al parecer ella estaba destinada a vivir en ese reloj, porque su contingente vida la conectó con el camino equivocado y entró en un reloj y ahora no hay manera de salir de él.
La mujer debe marcharse, su destino tuvo un giro inesperado y ahora que padece de la ausencia de Odiseo, debe jugar con el azar, hasta que por accidente vuelva todo a la normalidad.


Este Sábado 4 de Diciembre el FiloCafé está de aniversario, por lo que destinadamente están todos invitados a festejar y filosofar en punto de las 6:00 pm en el Cairo Café ubicado en División del Norte # 504-c.

Los Esperamos.