jueves, 16 de diciembre de 2010


Por: Laura MArtínez Domínguez

El gato atosiga a un filósofo, con la misma pasión con la que la araña busca la salida. La mujer se descubre pensando en pasiones, en placeres, en vicios.

El reloj marca un minuto desentendido de la realidad y Aristóteles irrumpe en la habitación del diván afirmando que la pasión es una afección, esto es, el estado en que algo está afectado por una acción… la mujer regresa a la palabra pasión y se pregunta cuantos momentos de pasión se ha permitido en la vida… Descartes le dice que existen seis pasiones fundamentales o primitivas: la admiración, el amor, el odio, el deseo o apetito, la alegría y la tristeza, la mujer observa como Descartes toma asiento y pide amablemente una taza de té; Spinoza llega y también pide una ya que él resume las pasiones en tres: el deseo, la alegría y la tristeza.

La araña ha seguido la conversación con ahínco y se dice que ella es una eterna apasionada dada que transita del deseo de salir de un reloj a la tristeza de no lograr hacerlo.

El gato aparece y sin más salta al diván, afirmando que el cuarteto de ardillas sordas han acampado con pasión y locura en el jardín, que además dos palomas han decidido anidar su pasión en el árbol de naranjo sembrado desde tiempos ancestrales… la mujer se pregunta si no será hambre lo que causa las alucinaciones del gato y se detiene un momento para preguntarse porque si alguien le habla de pasión lo relaciona con placer.

No tiene tiempo de pensarlo, Hume llega diciendo apasionadamente que es una falacia contraponer la pasión y la razón y suponer que la misión de la última es controlar a la primera… la araña y el reloj lo miran con extrañeza pensando que Hume se ha equivocado de argumento porque realmente en esta habitación nadie ha hablado de tal contraposición.

El gato abandona el diván porque ha oído que una porción de neoplatónicos en cubitos está siendo servida en su tazón, y mientras tanto suena la hora incierta de la tarde que amenaza con convertirse en noche.

Hegel llega, y se sienta con Descartes y Spinoza y les dice que la pasión se subordina a la razón, la cual usa las pasiones para la realización de los fines esenciales del espíritu; por tanto la pasión es el lado subjetivo y por lo tanto, formal de la energía de la voluntad y de la actividad… Hume se une a la hora del té reclamándole a Hegel haber aparecido demasiado tarde.

La mujer tiene salir corriendo, el personaje salido de sus sueños la acompañará a su próxima cita, burlándose porque al parecer el subconsciente tiene un repetido acto fallido de confundir placer con pasión… todos se quedan en casa.

Este Sábado 18 de Diciembre el tema para darle rienda suelta al filosofar es la Pasión por lo que los esperamos en punto de las 6:00 pm en el Cairo Café ubicado en División del Norte # 504-c.

No falten.