A continuación el artículo publicado la edición anterior:
Carlos Ordoñez Villegas
“Una vida sin examen no vale la pena vivirse”, sentenciaba Sócrates, el enigmático filósofo griego. De aquellas palabras surge la inquietud de crear el Círculo de Investigaciones Filosóficas, un movimiento joven que pretende cultivar y llevar la filosofía para todos.
Conscientes de que vivimos en una sociedad llena de grandes cambios sociales, crisis económicas y choques interculturales, que nos presionan a vivir aceleradamente en un mundo lleno de violencia, descubrimos que la solución a todos los conflictos se encuentra a través de la reflexión; la cual ha dejado de ser una actividad común, para convertirse en algo reservado para especialistas.
Afortunadamente, ante las situaciones adversas que podrían presentarse en el terreno de la cultura existe una alternativa que pretende romper con el elitismo: crear espacios donde poder intercambiar ideas.
Dialogando ponemos a consideración cada uno de los eventos que se nos presentan permitiéndonos entender, comprender y modificar el significado e impacto que tienen para nuestra vida personal. He aquí el objetivo principal del Círculo de Investigaciones Filosóficas, enseñarnos de nuevo a jugar preguntando ¿por qué?
Este juego, no sólo de chicos sino también de grandes, lo conocemos en el Círculo como FiloCafés.
Los FiloCafés o Cafés Filosóficos son espacios de reunión donde nos proponemos discutir temas en específico desde una perspectiva filosófica, es decir, se trata de ser crítico y tener una mentalidad abierta y de tolerancia a las distintas opiniones que se puedan manejar en el mismo. Lo que se hace es que en cada sesión se discute un tema que pueden ser sobre la vida de un filósofo, un texto (artículo, libro, etc.), una problemática (el hombre, la ética, el voto útil, qué podemos conocer, el homicidio, la muerte, la filosofía indígena, mecánica cuántica) o cualquier otro que a cualquiera le inquiete.
Los norteamericanos le dicen a todo esto Café Sócrates, en referencia al método mayéutico que utilizaba para enseñar a sus pupilos; claro con la diferencia que aquí realmente todos sabemos que no sabemos nada.
Los franceses por otro lado lo bautizaron como Café Filosófico, porque uno de los lugares importantes de reunión de los filósofos existencialistas eran los cafés parisienses.
Reuniéndonos semana a semana, estamos por acercarnos a las cien sesiones, donde nos hemos reunido diversas personas de las más diversas profesiones, oficios, edades y modos de vida. Diferencia que más que ser impedimento ha enriquecido cada uno de nuestros encuentros. Agradecemos la siempre importante disposición de El Heraldo de Chihuahua por ayudarnos a la difusión de nuestros eventos.