viernes, 27 de agosto de 2010

La Enajenación


Por: Laura Martínez Domínguez.

La mujer entra en su casa sin más deseo que sentarse en el diván, perderse en un programa absurdo y sin sentido y no saber más de sí misma en toda la tarde, sin embargo, cuando entra encuentra al gato observando a una mosca que se estrella una y otra vez contra el foco de la cocina.

El reloj marca un minuto más, y la araña sin ninguna razón aparente empieza a imitar a la mosca. La mujer se resigna, sabe que la situación es tal como para que Hegel entre y empiece a hablar sobre la conciencia, la misma que no sabemos que existe hasta que nos damos cuenta de que es una reunión, una unión.

La mujer no quiere escuchar esta vez, quiere salir de su casa y no pensar en si misma, quiere enajenarse en aras del descanso, en aras de hacer algo más que lo que la rutina le indica; dormir a horas correctas, vivir según lo que indica la agenda, la última audiencia, el próximo evento, la siguiente entrevista.

La mujer quisiera ser esa mosca que no sabe que se esta golpeando contra el foco de la cocina, quisiera ser el gato que sólo come filosofía mientras observa a la mosca que terminó por influir a la araña que esta atrapada en el reloj.

Llega Marx hablando sobre la enajenación de los obreros, de la lucha de clases, de los proletarios que deben de darse cuenta de que viven enajenados a tal punto que no son mas que simples objetos que fabrican lo que sociedad reclama. La mujer no tiene la menor intención de oír su perorata, se pregunta si el cansancio no será enajenación, si las personas que se creen mas allá del bien y del mal, terminan por ser las que mas enajenadas están porque son incapaces de hacer algo mas que levantarse temprano para ir a trabajar.

Así que en esta ocasión, la mujer los ignora a todos, la mosca, el gato, Hegel, Marx, la araña y el reloj pueden hacer lo que les guste, pueden seguir enajenados o simplemente dejar de estarlo, en esta ocasión la mujer lucha contra su propia enajenación, la que le es impuesta, la que le dice que la vida es tan cambiante que no puedes añorar lo que hacías porque sencillamente tienes otras cosas que hacer, las de ser el obrero que solo trabaja, aunque tu trabajo solo sea pensar no te salvas de la enajenación.

Por ello la mujer toma sus cosas, apaga la luz y se olvida de cuanto la rodea.


Este sábado 28 de agosto de 2010 en el FiloCafé trataremos el tema de la enajenación, por lo que los esperamos en el Cairo Café ubicado en División del Norte # 504-c en punto de las 6:00pm.

No falten.