domingo, 17 de abril de 2011

De Arte y Cultura

De cómo un joven poeta abandonó su arte en el Oriente.

Por Zully Zambrano

Nació poeta, a temprana edad cumplió con todas las expectativas que se esperan de una joven promesa poética. Múltiples escritos habían sido publicados en: revistas locales, periódicos nacionales, hasta llegar a su primer poemario, a la corta edad de dieciséis octubres. En definitiva, era una joven promesa poética, lograba cupo lleno en todos los lugares a los que era invitado a presentar sus textos. Mostraba gran destreza al hablar de: métrica, alejandrinos, rimas, silvas y encabalgamientos, su destreza en este arte impresionó al mundo, pronto creció su fama y éxito.

Una tarde, en la que el joven poeta se encontraba abrumado de tanta atención, fugó su espíritu para encontrarse en soledad con una taza de café en una de las fondas más antiguas de la ciudad. Mientras disfrutaba de la soledad sazonada con cafeína, un hombre llamó su atención al mirar por la gran ventana del lugar; en completa tranquilidad ingresó al lugar sentándose casi enfrente del joven. Sonrío y el poeta devolvió la sonrisa. El hombre de canas escribía con agilidad y rapidez sorprendente, el joven adivinó, por la forma de mover la mano, que no escribía una carta, ni tampoco un texto narrativo, entonces divisó un poema. Eso, un poema que con su mano ágil avanzaba por el papel, hasta dar la vuelta, entonces el poeta logró descifrar que en el texto no había palabras sino símbolos en caída formando un poema, la curiosidad tiro la taza del joven, el hombre lo miró, se descubrió observado por la torpeza de unos jóvenes ojos claros y su torpe taza. Con la mirada fija observo las disculpas y movimientos todos que maniobro el poeta para limpiarse la bebida que comenzaba a impregnar su ropa. La mesera presurosa, invitó al joven a sentarse en otra mesa, el anciano atendiendo la orden, con la mirada indicó la silla desocupada que estaba a su derecha. Lleno de vergüenza el joven ocupo el lugar con tontas disculpas, situación poco común en él.

- No se disculpe usted y haga el favor de guardar silencio que estoy escribiendo.

Calló ipso facto y con la mirada busco las palabras en la hoja de papel:

- Yo escribo Haikus joven, si usted no conoce la cultura japonesa difícilmente lo comprenderá.

Pareció adivinar sus preguntas, por sentirse descubierto acometió:

- Disculpe usted señor, pero jamás había escuchado hablar de eso que llama usted, ¿Hakius dice? - “Haikus” es poesía - ¿Poesía dice? En mi vida y en la poesía jamás había escuchado hablar de ello, no creo que sea poesía pues… - Usted no ha escuchado de los Haikus por que vive en América, este arte poético nacen en Japón, además usted es demasiado joven para conocer de estas cosas.

De un salto furioso el joven exclamó: -En esta ocasión no le ofrezco mis disculpas; en efecto soy joven, pero soy un poeta y conozco de esto, la poesía es mi vida, yo vivo para el arte y esos Haikus que usted dice no deben ser tan buenos por que jamás los había escuchado, ¿qué más grande arte poético puede haber que los sonetos, las odas…? - Y ¿usted que va a saber de vivir para el arte?, de que la poesía sea su vida, si tan solo es un mocoso soberbio que por escribir unos cuantos poemarios cree que ya sabe de arte, usted se equivoca mi amigo, toda su obra puedo resumirla en una excelente copia de los clásicos, pero eso hermano mío, no es vivir para el arte cuando sus textos no me dicen nada, no llegan al alma.

Nunca había recibido una crítica tan fuerte y sincera, los “conocedores y críticos literarios” se habían dedicado exclusivamente a alabar su estilo, forma, métrica, jamás su contenido. Se sentó de golpe y en silencio, con los ojos abiertos y fijos miró al hombre que continuaba;


-Si hijo mira, el arte debe llegar al alma, no digo que los clásicos sean malos, pero tú solo haces una réplica con palabras actuales y de eso no se trata el arte, anda bebe café anda, vamos hijo, escucha, no lo tomes a mal, yo te doy mi opinión, lo que yo creo, he leído tus libros, pero creo que eres muy joven para casarte con esos estilos, debes conocer, en Oriente…


Durante esa tarde, ambos hombres charlaron sobre poesía, arte, cultura, oriente, sobre el café, en el joven poeta nació el deseo por viajar. Casi al anochecer, ambos poetas fueron despedidos del lugar y estos siguieron su camino por el centro de la ciudad, reconociendo la magia que se escondía por culpa de la cotidianeidad. Se despidieron en la plaza, ambos mirando la luna. Con paso lento, el joven poeta llegó a su casa y no logro conciliar el sueño, había descubierto un nuevo arte y quería explorar.


A la mañana siguiente, el joven poeta con maletas en mano se dirigía hacia el oriente, la luna le aconsejó durante la noche partir en busca de ese nuevo arte, acompañado de su musa abandonó su vida y su fama, para ser un extranjero en busca de estos Haiku, de su cultura. Su vida no en el oriente no fue fácil, llegar a un país donde nadie conoce a la antigua promesa es un choque emocional para cualquier, al joven poeta ya nadie le daba obsequios por escribir; ahora en el oriente, sus grandes obras eran vendidas para sobrevivir.


Muchos años vivió en ese país como un limosnero que logro acostumbrarse a esa vida. No volvió a escribir, los sonetos, jamás volvió a tomar la pluma para abandonarse en alejandrinos, nunca más fue poeta.


Una tarde, un joven disfrutaba de la soledad sazonada con cafeína, mientras un hombre maduro lo invitó a compartir la mesa, sonrío y el joven poeta devolvió la sonrisa aceptando la invitación. El hombre con canas hablo primero:


-Es usted…¿poeta?

-Sí señor, lo soy

-Y ¿qué escribe?

-Sonetos señor, especialmente los de arte mayor, aunque encuentro las odas un tanto…

-Mi amigo, ¿usted ha escuchado hablar de los Haikus?

-En absoluto señor

-Yo era como usted sabe, yo era poeta


Un crudo silencio acogió la mesa. Llegaron las tazas de café a la mesa y el hombre prosiguió:


-Permítame contarle, hace años, yo era una joven promesa, pero un día un hombre me hablo de los Haiku y me fui al Oriente a buscar ese arte…


- ¿Y lo ha encontrado señor?

-Claro que sí, he descubierto el arte del Haiku

-Entonces usted es un gran poeta señor

-No, no lo soy, abandoné mi poesía en oriente, ahora me dedico no solo al arte, también a la cultura, no es el uno sin el otro ¿sabes?

-Quiere usted decirme que…¿la poesía como la conocemos no sirve de nada?

-Nunca he dicho algo así…Pero puedo asegurarle que no es la única forma poética que existe, en arte no solo es eso, el arte también es cultura mi joven amigo.



Y nuevamente una charla, como hace años se había dado; la voz experta sembró en el nuevo poeta deseos de de conocer sobre toda la cultura y el arte hablando de Haikus.


El arte y la cultura, son los temas que se ponen en la mesa del Filocafé este sabado 16 de abril. Ambos pueden estar ligados o no: ¿Qué es arte?, ¿Qué es cultura? La percepción que cada uno tiene sobre estos temas varian siempre, sin embargo, el debate de esta semana se disolverá en el café. Te esperamosa las 18:00 horas para compartir tus percepciones en el Cairo Café, Av. División del Norte 540-C